Lo verdadero no es lo mismo que
la verdad, esto es algo que llevo rumiando un rato. Se le da demasiado valor a
eso llamado “Verdad”. Cuando uno habla de “La Verdad” es casi imposible no caer
en el dogma.
Quiero discernir un poco acerca
de este tema, esta palabra que ha surgido de mis disertaciones de esta mañana.
Es una inspiración que aparece después de unos momentos revisando mis quehaceres
pendientes.
Lo verdadero, eso que es
íntimamente cierto para uno mismo, a pesar de lo que diga nadie - siendo muy
cuidadosa al revisar que no haya condicionamientos por detrás marcando la ruta
de este mirar - surge del centro, del origen. En cambio la verdad es una
estructura conceptual que trata de definir qué es verdadero y qué no lo es.
Lo verdadero es lo que busqué por
años. ¿Qué es verdadero en esta vida?, era mi pregunta aunque no la formulase
así. Auténtico, sin trampas, sin
máscaras, sin ideas preconcebidas por mi o por alguien. Sin las estructuras del
buen comportamiento que me han enseñado, sino lo que es nacido del corazón, que
no está mediado por ninguna idea. Eso es valioso para mí. Y así todo lo
contrario, lo que es falso me produce rechazo inmediato. Quiero decir que lo
descarto de mi vida en cuanto lo detecto.
El amor es verdadero. No existe
amor si no es verdadero. Y esto es una conclusión que suena a verdad… así que cuidado.
No quiero irme por las ramas de las verdades.
Lo verdadero es íntimo, es casi
impronunciable. Se sabe si alguien nos mira desde lo verdadero de sí mismo o si
lo hace a través de las máscaras del ego. Esto se sabe cuando miro a esa
persona desde lo verdadero de mi misma, sin los velos de mi propio ego.
Cualidades como la honestidad, sinceridad, esa comunicación que es directa y
sin tapujos, son síntomas que podría decir que son de lo verdadero.
No me refiero a un hecho que sea
cierto. Si algo fue o no fue. No. Tampoco me refiero a algo que sea verdad,
alguna verdad establecida o asumida. Me refiero más bien a algo detectable solo
cuando no hay prejuicios, estructuras, ideas concebidas o recordadas. Lo
verdadero no está en el pasado, tampoco en el futuro. Lo verdadero no se puede
encontrar como si fuera un objeto. Lo verdadero tiene que ser verdadero ahora,
tiene que ser permanentemente verdadero, y a la vez inapresable. Lo verdadero
se mueve… no permanece estático. Pero lo verdadero se asienta en el corazón, se
reconoce con el corazón, por eso, al no ser mental, no se puede encontrar en el
recuerdo. No se puede aprender lo verdadero, es más bien innato, nace con uno y
desde uno - si es que uno naciera, que es otro tema. Aprender implica seguir
lineamientos conceptuales o de comportamiento. Esto no tiene nada que ver con
lo verdadero.
Lo verdadero es lo mismo que lo
real… podría decir eso…. Real y verdadero son sinónimos.
Uno mismo es verdadero, y se
reconoce lo verdadero de otro en su sí mismo… de lo real a lo real hay una
comunicación silenciosa, un saberse uno. En cambio, las construcciones que
hacemos de nosotros mismos cubren, como un velo, como máscaras, lo verdadero. Presentan
una cara aparente, un disfraz que a veces incluso nosotros nos creemos, nos
llega a confundir lo que hemos creado de nosotros, y llegamos a creer que eso
es lo verdadero o real de nosotros. Cuando busco lo verdadero de mí, me pierdo
sin remedio, porque no puedo encontrarlo afuera como si fuera un objeto o un
producto. Es imposible. No puedo construir ni alcanzar lo verdadero de mí, de
ser. Tampoco puedo imaginar lo verdadero, ni de mí ni de nadie. Lo verdadero
palpita por su propio pulso, es algo vivo, espontáneo… lo verdadero infunde mi corazón,
lo hincha…. Es como si mi pecho se llenara… un síntoma infalible de que estoy
de frente a lo verdadero. No hay ningún pensamiento que pueda certificar lo
verdadero. Por eso no se puede definir, solo se puede saber intuitivamente, es
impronunciable porque lo verdadero no es algo… lo verdadero se escapa entre los
dedos en cuanto la mente quiere estrujarlo. Lo real y verdadero es de inmensurable
valor, lo más preciado y lo más difícil de hallar, mejor dicho, es imposible
hallarlo, solo se puede develar. O se reconoce aquí y ahora, o sigue quedando
velado.
Vivir desde lo verdadero implica
que cada acto surja de manera natural, espontánea. Implica ser cuidadosa y
perspicaz en cuanto surgen los síntomas del ego. El ego es separación, es protección,
es ideas, es recuerdos y fantasías. El ego aparece cuando se quiere algo
distinto a lo que hay ahora en la búsqueda de acomodar mis aspiraciones de construcción
personal. Cada vez que deseo cambiar mi persona, mejorarla, completarla, estoy
construyendo ego y estoy desconociendo lo verdadero que ya es en mí. Lo
verdadero no son ni el carácter, ni los modos de ser, ni la personalidad… no,
lo verdadero es verdadero en mi desde antes de sufrir las dificultades o logros
de mi historia. Ningún éxito o fracaso construye lo verdadero de mi misma.
Muchas veces nos asomamos a ver
qué hay de nosotros mismos, y solo somos capaces de notar nuestra personalidad,
o el personaje de una historia, con el que podemos sentirnos defraudados o
contentos, dependiendo de cada caso. Nos
identificamos con eso, y creemos que eso es verdadero en nosotros, pero es un
añadido, son una serie de historias o adjetivos que hemos agregado al yo.
Puedo identificar lo básico con
lo que me presento al mundo, por ejemplo, un carácter fuerte, una personalidad
introvertida, unos modos de ser adquiridos con el tiempo. Esto no es verdadero,
son añadidos. Lo verdadero de mi lo veo y lo muestro en el pudor de una
autenticidad íntima, donde no media el ego, donde la separación desaparece,
donde tú y yo somos lo mismo.
Desde lo verdadero hay
tranquilidad y hay alegría. Todo está pleno. Si no hay tranquilidad o alegría,
son síntomas de que tengo la mirada perdida entre las sombras de ideas viejas
que pretenden armar una verdad y un sentido de vida. Sin embargo hay ideas
antiguas y cosas aprendidas que me sirven ahora para contribuir a la ejecución
de algo creativo, nuevo, vivo, dinámico, bello.
Lo creativo y bello no tiene otro
propósito que el gozo mismo de saborearlo. Disfrutar lo bello, contribuir a su
expresión, por puro gusto.
Así, recordando ahora cómo me
sentía perdida esta mañana ante el cúmulo de asuntos pendientes antes de
reflexionar y recogerme en estas expresiones, me doy cuenta de que las cosas
que tengo pendientes por hacer pueden muy bien seguir pendientes…. Sólo encuentro
gozo desde lo verdadero, lo bueno, lo bello… y me entrego a su expresión en
este mismo momento, participando del embellecimiento de la casa que ahora
habito… así, voy a visualizar si decido pintar una pared de color amarillo o de
color beige…. Ahora mismo… está esperando por mi…. Y todos los asuntos
pendientes pueden esperar a que el fuego que surge de mi corazón los avive
cuando corresponda.
Comentarios
Gracias por compartirla!
La pared quedó hermosa con su nuevo color y además puedes cambiarlo tantas veces como lo diga tu corazón... así como lo verdadero es incoloro y permite que lo pintemos con distintas verdades, a medida que nos acercamos más y más a ello.
Y te acercaste mucho al hablar de la tranquilidad... porque sólo la paz es suficiente garantía, es prueba irrefutable, ya que no puede ser generada por la mente, por la coincidencia con una creencia o postura intelectual, ni ningún otro condicionamiento.
La paz es del corazón y el corazón es la paz misma!
Gracias por tan inspirador escrito y por resaltar su aplicación práctica en el día a día... comprobando sencillamente que lo pendiente no es más que la resistencia a lo consciente, a lo que es ahora, a lo verdadero!
Un gran abrazo y que sigas coloreando tu vida así de inspirada!
Pero que buenísima aclaración entre lo que es verdadero y la verdad.
Siempre los usé como sinónimos, sin darme cuenta del juego en que
estaba cayendo.
Y que bello ese disfrute en tu quehacer... me encantó esa frase "..a que el fuego
de mi corazón los avive...-cuando correponda-"
(y en lo práctico, como lo habrás notado, mi inclinación es mas
pop, y yo me inclinaría por el amarillo!! jaja...)
Abrazos!
Gracias por dejar tu huella por aquí, un abrazo!